Doble moral en la época victoriana

Doble moralvictoriana¡Hola! Esta entrada viene en relación al lanzamiento de mi nueva novela #Amordehumoyalgodón que es mi primera incursión en la romántica histórica. La acción transcurre en Manchester en 1853, es decir, en plena época victoriana, así que hoy os voy a hablar de la doble moral que había en esos años, ya que es algo muy importante en la trama,  porque condiciona las relaciones entre los personajes.

Gran Bretaña tenía una estructura social compuesta de cuatro clases diferenciadas: la Iglesia y aristocracia, la clase media,  la clase trabajadora y los clase baja.

La clase más alta era conocida como la aristocracia. El establishment de la sociedad estaba compuesto por la clase alta.

Incluía a la Iglesia y la nobleza y tenían gran poder y riqueza. Eran la «upper class«. Eran privilegiados y no pagaban impuestos.

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Los bailes de la aristocracia

La clase media la componían los burgueses o «middle class». Eran los propietarios de fábricas, molinos, banqueros, propietarios de tiendas, mercaderes, hombres de negocios, y otros profesionales. Los que habían arriesgado su capital en pos de la nueva forma que iba adquiriendo la economía.

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Algodón

En cuanto a la clase media común y la clase media baja eran pequeños tenderos, médicos, abogados, comerciantes.

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Centro de Manchester

La clase baja británica estaba compuesta de dos sectores:

  • La clase baja incluía a hombres, mujeres y niños que realizaban diversos tipos de actividades, entre ellos trabajo en las fábricas, costura, limpieza de chimeneas, minería, y otros trabajos.
  • Los «pobres» (aquellos que no trabajaban, o no lo hacían con regularidad, y recibían la caridad pública).

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    Pobres en Manchester

ROLES DE GÉNERO

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Pintura de Leighton

Durante el período victoriano,  los roles de las mujeres y los hombres se definieron más que en cualquier otro momento de la historia.

En siglos anteriores, había sido habitual que las mujeres trabajaran junto a maridos y hermanos en el negocio familiar, que se hicieran cargo de las tiendas, atendiendo a los clientes o llevando las cuentas y al mismo tiempo podían atender sus deberes domésticos.

Pero a medida que avanzaba el siglo diecinueve,  los hombres cada vez ocupaban más el puesto exterior  (en la fábrica, tienda u oficina) mientras que las esposas, hijas y hermanas se quedaban en casa todo el día para supervisar las tareas domésticas que se llevaron a cabo cada vez más por las empleadas del hogar.

Desde la década de 1830, las mujeres comenzaron a adoptar la crinolina, una enorme falda en forma de campana que hacía que sea prácticamente imposible limpiar una rejilla o barrer las escaleras sin caer. Os dejo aquí un artículo sobre las muertes provocadas por esta pieza de ropa.

Esferas separadas

Los dos sexos habitaban lo que definían como ‘esferas separadas’, que se solo unían en el desayuno y otra vez en la cena.

La ideología de las esferas separadas descansaba sobre una definición de las características ‘naturales’ de las mujeres y los hombres.

Las mujeres eran consideradas físicamente más débiles  que los hombres, lo que significaba que eran las más adecuadas para el ámbito doméstico.

Para contrarrestar la «corrupción moral» de la esfera pública en la que sus maridos trabajaban todo el día, las mujeres también debían preparar la próxima generación para llevar a cabo esta forma de vida.

(Hay que añadir que el hecho de que las mujeres tuvieran una influencia tan grande en el país fue utilizado como un argumento en contra de darles el voto)

La educación de las mujeres

Las mujeres tenían, por tanto,  un nuevo tipo de educación a fin de prepararlas para este papel de ‘ángel del hogar’.

En lugar de atraer a un marido a través de sus capacidades internas, las niñas de clase media fueron entrenadas en lo que se conoce como ‘logros’.

Estos se pueden aprender, ya sea en el internado o de una institutriz residente.

En Orgullo y prejuicio (que se escribió durante la Regencia, una época anterior) Caroline Bingley

enumera las habilidades requeridas a cualquier joven que seguían vigentes en la era que nos ocupa. Dice así:

Una mujer debe tener un conocimiento profundo de la música, canto, dibujo, baile, y las lenguas modernas (…); y además de todo esto, debe poseer un cierto algo en su aire y la forma de caminar, el tono de su voz, su dirección y expresiones …

Al mismo tiempo, era importante para las chicas bien educadas suavizar su erudición porque no querían ser llamadas  ‘marisabidillas’, el nombre dado a las mujeres que habían dedicado a sí mismas demasiado entusiasmo a las actividades intelectuales.

A estas se las consideraba poco femeninas y desagradables porque trataban  de usurpar la superioridad intelectual ‘natural’ de los hombres.

Algunos médicos informaron que el exceso de estudio en realidad tenía un efecto perjudicial sobre los ovarios, convertían a las mujeres jóvenes y atractivas en ciruelas secas.

Más tarde en el siglo XX, cuando Oxford y Cambridge abrieron sus puertas a las mujeres, muchas familias se negaron a que sus hijas inteligentes asistieran por temor a que no fueran aptas para el matrimonio.

El matrimonio y la sexualidad

Al mismo tiempo, se esperaba que se centrasen en encontrar un marido. Olvidando todo el apetito sexual, por supuesto.

Las mujeres se suponía que deseaban el matrimonio, y luego aspiraban a ser madres en lugar de perseguir la satisfacción sexual o emocional. Un médico, William Acton, pronunció la célebre frase: ‘La mayoría de las mujeres (felizmente para ellos) no están muy preocupadas con la sensación sexual de cualquier tipo’.

Generalmente, las niñas se casaban con 20 años, porque solían debutar en sociedad a los 18 más o menos. Por lo general, el novio era cinco años mayor. Esto no sólo reforzaba la jerarquía ‘natural’ entre los sexos, sino que  también tenía sentido financiero sólido. Un joven tenía que ser capaz de demostrar que él tenía  suficiente dinero para mantener a su esposa y sus futuros hijos ante el padre de la chica para que le diera su permiso.

Y en principio, ambos debían ser castos. Sin embargo,  muchos hombres jóvenes respetables visitaban prostitutas. He aquí  la doble moral victoriana.

Todas las grandes ciudades tenían unas zonas rojas donde era fácil encontrar una mujer a la que se podría pagar por sexo. (Por ejemplo Whitechapel en Londres)

Por desgracia, la sífilis y otras enfermedades sexuales eran abundantes, y muchos hombres jóvenes, sin saberlo, transmitían la infección a sus esposas. Para aquellos  que desarrollaban una sífilis terciaria, el resultado era una muerte dolorosa y prolongada, por lo general sobre los 40 años.

Frente a la permisividad social de los hombres, las mujeres jóvenes y no tan jóvenes no tenían más remedio que permanecer castas hasta el matrimonio. Ni siquiera se les permitía hablar con los hombres a menos que hubiera una mujer casada presente (papel conocido como carabina).

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Carabina en acción

Por supuesto, las mujeres no podían tener aspiraciones profesionales o personales.  Estas frustraciones emocionales podrían conducir a todo tipo de rebeliones encubiertas.

Florence Nightingale deseaba ser capaz de hacer algo útil en el mundo, pero se esperaba que permaneciera con su madre y su hermana. Sufría de arrebatos histéricos y no podía soportar  comer con el resto de la familia. Con el paso del tiempo, se convirtió en precursora de la enfermería profesional moderna y creadora del primer modelo conceptual de enfermería. Os dejo este artículo aquí .

Elizabeth Barrett , por su parte, utilizó la enfermedad como una excusa para retirarse a una habitación en la parte superior de la casa de su padre y escribir poesía. Fue una de las poetisas más respetadas de la etapa victoriana. Escribió prolíficamente sobre todo poesía aunque también realizó prosa y traducciones. Hizo campaña por la abolición de la esclavitud y su obra ayudó a influir en la reforma de la legislación sobre trabajo infantil.

138650-004-A5996D67En 1847 Charlotte Brontë puso fuertes sentimientos sobre el papel limitado de las mujeres en la boca de su heroína de Jane Eyre :

«Se supone que las mujeres generalmente son muy calmadas, pero las mujeres sienten tanto como los hombres, necesitan ejercicio para sus facultades y un terreno para encaminar sus esfuerzos tanto como sus hermanos; sufren las restricciones rígidas, el estancamiento absoluto con la misma intensidad que las sufrirían los hombres y es estrechez mental que sus compañeros privilegiados afirmen que ellas deberían dedicarse exclusivamente a hacer pasteles y a tejer calcetines, a tocar el piano y a a bordar. Es insensato condenarlas o reírse de ellas si buscan hacer más cosas o aprender más de lo que la costumbre ha señalado que es necesario para su sexo».

Este pasaje fue considerado tan impactante que los comentaristas conservadores como Lady (Elizabeth) Eastlake  compararon su tono al cartismo, el movimiento obrero popular que defendía el sufragio universal.

Charlotte sabía que su libro era revolucionario, y por eso lo firmó con el seudónimo de Currer Bell. El impacto de su obra fue grandísimo porque escondía una crítica feroz al sistema del «establishment » victoriano, donde la única profesión de la mujer era la de ser esposa y madre amantísima, mientras que los hombres podían gozar de todos los privilegios. A Charlotte y a sus hermanas, al igual que a todas las mujeres,  la época no les perdonaba ser mujeres independientes,porque tenían que supeditarse a los hombres en todos los sentidos.

Podemos decir que la sociedad victoriana tenía dos caras:

  1. La exterior: que se vanagloriaba de despreciar el sexo como un acto de placer  y pecado, que  tenía una  disciplina estricta y  prejuicios muy conservadores y que condenaba a la mujer al papel de esposa y madre. Por ejemplo, se dice que se llegaron a alargar los manteles de las mesas para que las patas no recordaran a las piernas de las mujeres. Incluso estaban mal vistas las embarazadas, que no solían salir porque el embarazo demostraba que habían tenido relaciones sexuales y ya no eran «castas», aunque estuvieran casadas.
  2. La interior: la que transgredía todo comportamiento «adecuado» y se movía dentro de un mundo sexual oculto. (Había cientos de prostitutas, como en el mencionado barrio de Whitechapel, donde Jack el Destripador cometió sus crímenes).

A continuación, os dejo la Sinopsis de mi nueva novela, donde encontraréis plasmado mucho de lo que habéis leído en este post:

La vida de Sophie, hija del conde de Hastings, cambia cuando descubre que tiene un hermano y que su tío, dueño de un molino de algodón en Manchester, ha sido asesinado.

Aprovechando el parecido entre su padre y su tío Byron, éste les deja escrito un plan para que suplanten su identidad y averigüen quién le ha matado.

Para ello, tendrán que relacionarse con los seis molineros más poderosos y descubrir sus intrigas, mientras se ven envueltos en las luchas sindicales del movimiento obrero.

Sophie no sabrá en quien puede confiar, pero su corazón tal vez sí.

Aaron Wright, dueño de una mina de carbón, es un hombre rico, solitario y frío. Es socio del doctor Byron y se ha convertido en el patrono del molino Hastings. Por ahora, solo le han interesado los negocios, dejar atrás su pasado en África y mantener su vida íntegra y puritana.

Pero cuando conozca a una joven aristócrata valiente que no quiere casarse, su corazón se cuestionará las decisiones del futuro.

( A la venta próximamente en Amazon)

Actualización 2022:

5 consejos breves para escribir buenos DIÁLOGOS

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¡Hola! Hoy os traigo una entrada muy cortita con 5 consejos que a mí me suelen funcionar. En mis novelas hay muchos diálogos porque considero que aportan mucho a los personajes. Nos definimos por lo que hablamos y callamos y así lo intento transmitir en mis historias.

Somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras decía Gandhi.

Qué importante es lo que decimos y como lo decimos ¿verdad?

Pensemos en nuestro día a día, en como contamos las cosas. ¿Cómo podemos transcribir eso a nuestros personajes para que resulte efectivo y real?

Pues aquí os dejo 5 consejos.

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Photo by Mike Tinnion on Unsplash

1.Evita los diálogos demasiado elaborados.

Un diálogo tiene una función clara: dar voz a los personajes.

Y en función de cada uno, de sus características, la voz del personaje y su forma de expresarse irá acorde. CADA PERSONAJE TIENE SU PROPIO REGISTRO.

No todos nos expresamos igual. Todo depende de nuestra cultura, de las circunstancias de la interacción, de nuestros interlocutores…

Todo eso debemos plasmarlo en nuestra novela.

Pero cuidado, porque a veces, cometemos el error de «elaborar» demasiado los diálogos, utilizando estructuras complejas o palabras excesivamente cultas que no se corresponden con la realidad y que sobrecargan los textos. Además, resta verosimilitud a la situación que estás describiendo y a los lectores puede chirriarles.

2. Los diálogos aportan dinamismo.

Juega con eso.

En ocasiones un buen diálogo puede aportar más cosas que una descripción. Agilizará el texto y los lectores lo agradecerán.

3.Utiliza los silencios, las medias verdades y no lo cuentes todo en los diálogos

Un personaje no tiene que decirlo todo. Puede mentir, engañar o callarse cosas. Usa recursos para mostrarlo con el fin de que el lector no tenga toda la información.

Guárdate un as en la manga para que después siempre haya algún giro narrativo que sorprenda.

4.Utiliza otros verbos de «habla» pero elige bien.

Puedes usar verbos de habla : dijo, contó, explicó, narró…Pero no hay que pasarse con ellos, porque a veces, se sobreentiende.

Si hay muchos hablantes, incluye incisos para que el lector no se despiste. Una vez leí que había que incluir un inciso cada tres intervenciones entre dos hablantes. Yo creo que es efectivo.

Eso sí, procura no usar verbos como aseverarexhortar, amonestar, enunciar porque quedan muy pedantes y sobrecargan el texto.

5.No te pases usando el nombre de los personajes en los diálogos.

Yo cometía mucho ese error (y aún lo hago, lo confieso). Me encanta añadir el nombre al final de un diálogo. Confiere énfasis y utilizado sabiamente puede añadir valor a la frase o a los sentimientos del personaje. Pero hay que ser comedido.

¿Qué os ha parecido? ¿Qué añadiríais? Espero vuestras respuestas.

Y ya sabéis que estoy en.

Twitter: @natscritora

Facebook: https://www.facebook.com/nataliasanchezescritora/

 

 

¿Por qué escribes?

Game Night

¿Te has parado a pensarlo o simplemente lo haces?

Algunos escriben para aplacar, domesticar o silenciar su demonios interiores. Otros, para huir del mundo real, demasiado duro y en ocasiones, solitario.

Hay quien escribe porque se divierte o porque lo necesita, porque resulta terapéutico.

Cuando empecé a escribir más a menudo fue en mi adolescencia y lo hice porque era una chica bastante introvertida. En las palabras y en las hojas en blanco encontré un oyente fiel que siempre estaba ahí cuando necesitaba desahogarme.

Solo escribía si estaba triste, si me habían roto el corazón o si me sentía sola.

Un amigo mejicano me dijo:  Entonces ¿sólo escribes cuando el existencialismo te viene a la cabeza?

Y más o menos, era algo así.

Mis relatos trataban sobre el desamor adolescente, sobre el dolor de las rupturas a esa edad…

Me desahogaba y era liberador.

Pero entonces conocí a mi profesor de valenciano del instituto (En Requena era voluntario entonces y creo que aún lo es). Se llamaba Carles Cano y además era escritor y cuenta cuentos profesional.

Aquí os dejo información sobre él: Carles CanoEscriptorsEn la Wikipedia

Me dio consejos muy valiosos en cuanto conoció mi afición por la escritura y también fue el encargado de traer al instituto a Jordi Sierra i Fabra para unas charlas.

Aprendí una cosa sobre escribir: Las musas están muy bien, pero no puedes depender de ellas y de tu estado de ánimo.

Escribir requiere trabajo. Musas + horas+ horas + horas de duro esfuerzo y perseverancia.

Así que si deseas escribir o si ya lo haces, tenlo en cuenta.

Escribir puede resultarte más o menos fácil. Pero es solo el principio.

Hay que corregir, pulir, reformular. No somos perfectos. Ni siquiera los grandes autores lo son y cuentan con los servicios correctores de las editoriales ( No lo olvides cuando te desanimes).

Pero la inspiración, aunque es necesaria, es solo el primer paso. Tienes que sentarte y escribir. Mucho.

Si puede ser, hazlo a diario.

Tienes que soñar con las palabras, con tus ideas, con tus personajes. Siéntalos a tu mesa, duerme a su lado, dedicales tus pensamientos en el metro, en el tren o antes de que se te cierren los ojos por la noche. Y luego coge tu boli o siéntate delante del ordenador y escribe.

«La inspiración existe pero que me encuentre trabajando» PICASSO

Así irás recorriendo el bosque de las palabras y encontrando obstáculos a los que necesitarás enfrentarte para progresar.

En este blog encontraréis soluciones o salidas a estos primeros problemas que surgen cuando escribes.

Gracias por tu visita.