Cottonpolis, la ciudad del algodón (documentación para escribir)

Hola a todos y a todas:

Como sabéis, soy una apasionada de la época victoriana, que se llama así por la reina Victoria, que ocupó el período posterior a la Regencia y anterior al período Eduardiano. Durante su reinado, Gran Bretaña experimentó grandes cambios que afectaron a política, economía, y a la sociedad. Esto fue así en gran parte, debido a la Revolución Industrial, con las industrias del carbón, el hierro, el acero y el textil.

Y ahí quería yo llegar, puesto que la novela que estoy escribiendo surge en este contexto. Concretamente en Manchester, que en esa época fue conocido como «Cottonpolis» ya que se dedicaba a la transformación del algodón importado de las colonias.

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Al comienzo del siglo 18, Manchester era un pueblo pequeño con una población de menos de 10.000 personas. A finales de ese mismo siglo, había crecido casi diez veces, y contaba con 89.000 almas.

En el siglo 19, la población siguió creciendo sin cesar, se duplicó entre 1801 y la década de 1820 y luego dobló de nuevo hasta 1851, llegando a la friolera cifra de 400.000 habitantes.

En 1901 su población se sitúa en torno a 700.000, solo superado por Londres y Glasgow.

Y todo fue debido en parte gracias a la industria algodonera.

Os comento, el algodón fue importado por primera vez a Inglaterra en el siglo XVI, primero a Liverpool desde las plantaciones de esclavos en América (y más tarde en la India y Egipto), y luego se transportaba a Manchester para convertirse en hilado. El desarrollo del transporte entre Liverpool y Manchester (trenes y barcos que recorrían el canal) llevó a un gran aumento en el comercio del algodón en Manchester y las ciudades circundantes.

Esto convirtió a Manchester en el epicentro de la revolución industrial. Los primeros molinos, conocidos en inglés como mills, se instalaron en la ciudad y empezaron a atraer a la migración, desde irlandeses a italianos.

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Ilustración de Manchester industrial

Todos estos trabajadores que se desplazaban del campo a la ciudad buscaban una oportunidad de empleo en las fábricas. Los mejores salarios eran, sin duda, el mayor atractivo de la vida de la ciudad, pero no era oro todo lo que relucía. Las condiciones laborales eran deplorables: sueldos muy bajos con los que ni siquiera podían comer, lugares de trabajo peligrosos y mortales.En resumen, la esperanza de vida era de 26 años.

Llegó a un punto en que se tuvo que redactar un Acta en 1844, que prohibió que los niños de 9 a 13 años trabajaran más de 7 horas al día, y las mujeres y los jóvenes de edades comprendidas entre 13 a 18, no más de 12 horas.

A todos los recién llegados se les colocaba en viviendas miserables, en barrios deprimidos y peligrosos que se llamaron slums y en los que las condiciones de vida eran pésimas e insalubres ya que muchas familias llegaban a estar hacinadas en una misma habitación.

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Slums en Manchester

El suministro de agua, alcantarillado y eliminación de desechos fue dejado en gran medida en manos de empresas privadas que no supieron gestionarlo y por tanto, fueron completamente inadecuados para las necesidades de la población.

De hecho, Manchester se vio afectada gravemente por la epidemia de cólera de 1831 a 1832 en uno de los grandes episodios más dramáticos de la ciudad, que sus habitantes han tratado de olvidar.

Incluso muchas casas se quedaron sin agua corriente limpia y cisternas de los inodoros hasta el final del siglo.

La tasa de mortalidad fue alta, especialmente entre los lactantes y los niños, y la ciudad sólo fue capaz de mantener su crecimiento a través de la afluencia continua de nuevos migrantes.

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Esto produjo que muchos comentaristas de la clase media se alarmaran por el crecimiento descontrolado de las ciudades como Manchester y lucharan para visibilizar el cambio dramático en el paisaje urbano. Con estilo característico, el historiador Thomas Carlyle denunció la degradación de los trabajadores y provocó un debate acerca de la «Condición de Inglaterra ‘.

A lo largo de los años 1840 y 1850, muchos novelistas contribuyeron a este debate, incluyendo Benjamin Disraeli, Elizabeth Gaskell (autora de Norte y Sur o Mary Barton) y Charles Dickens.

La obra de Dickens, «Tiempos difíciles», transcurre en una ciudad ficticia llamada Coketown, inspirada por una visita al norte de Inglaterra.

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Coketown era representada como un lugar miserable lleno de edificios de ladrillos idénticos y sin ventilación, todo cubierto de hollín, gracias al carbón quemado en sus muchas fábricas.

“Tantos o cuantos centenares de brazos en esta fábrica de tejidos; y tantos y cuantos centenares de caballos de vapor. Se sabe, a la libra de fuerza, lo que rendirá el motor, pero ni todos los calculistas juntos de la Casa de la Deuda Nacional pueden decir qué capacidad tienen en un momento dado, para el bien o para el mal, para el amor o el odio, para el patriotismo o el descontento, para convertir la virtud en vicio, o viceversa, el alma de cada uno de estos hombres que sirven a la máquina con caras apacibles y ademanes acompasados. En la máquina no hay misterio alguno; hay un misterio que es y será insondable para siempre en el más insignificante de estos hombres… ¿Por qué pues, no hemos de reservar nuestra aritmética para los objetos materiales, recurriendo a otra clase de medios para gobernar estas asombrosas cualidades desconocidas?”

Tiempos difíciles. DICKENS

Sin embargo, el legado más duradero no provino de estos escritores ingleses, sino de un visitante alemán. Friedrich Engels, que fue enviado a Manchester por su padre con el fin de completar su formación en la industria del algodón.

Pero Friedrich, que ya estaba profundamente implicado en el movimiento de lucha alemán, aprovechó el viaje como una oportunidad para llevar a cabo un estudio de primera mano de la vida de los trabajadores.

Su relato de Manchester a mediados del siglo 19 fue inflexible y lo describió como un lugar sucio, sórdido, donde la gente vivía hacinada y explotada. Lo describió como:

«El infierno en la Tierra. Todo aquí despierta horror e indignación».
– Friederich Engels, La condición de la clase obrera en Inglaterra (1844).

Y no es que fuera una exageración literaria, no.

De hecho, un informe de mediados del siglo de las condiciones sanitarias en Manchester describió las viviendas de los trabajadores como «una habitación de unos 12 pies por 14. Hay dos camas en la habitación. 7 personas viven y duermen en éste ambiente.”
Un “patio” era el nombre que se le dio a un laberinto de viviendas mal construidas, hacinadas e insalubres. Los callejones entre las casas eran a menudo no más de uno o dos metros de ancho y en esas condiciones la luz del sol rara vez llegaba al suelo.

La vivienda de «back-to-back» era a menudo la norma, porque no sólo se ahorraban espacio, sino que también era más barato de construir. A menudo, sólo una capa de ladrillos separaba una vivienda de otra. Por lo general vivían unos arriba, unos abajo, pero a veces tenían un ático que era alquilado a otra familia. Invariablemente había una bodega con una entrada independiente, donde vivía otra familia y había un montón de tierra y un basurero y letrina común para todas las familias.

Las bodegas, en particular, eran propensas a las inundaciones y los suelos de arcilla en la que muchas de las casas fueron construidas no facilitaba las cosas.
Las letrinas comunes eran además un foco para la expansión de enfermedades gracias a las ratas y otras alimañas. Eso sin olvidar enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera y la fiebre tifoidea que también eran frecuentes.

Estas pésimas condiciones no podían continuar. En el transcurso del siguiente siglo, diversos informes sobre la salud y el saneamiento pusieron de relieve los problemas.

Y el gobierno local hizo cambios algunos dramáticos, algunos más graduales o parciales.

Sin embargo, la existencia de los barrios pobres (los slums) se prolongó durante muchas generaciones. Muchos duraron hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando las bombas los destruyeron.

Así que toda esa información ha sido esencial para mi como escritora a la hora de crear mi nueva novela.

¿Qué os parece la entrada? Ya sabéis que espero vuestros comentarios.

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