Reseña: PACHINKO de MIN JIN LEE

«Pachinko» era mi eterna pendiente. Publicada por Quaterni en español, fue mi regalo de cumpleaños y tenía muchas ganas de poder disfrutarla. Me ha gustado tanto que hoy os traigo la reseña.

SINOPSIS: Yeong-do, Corea, 1911

En una pequeña aldea de pescadores a la orilla del mar del Este, un hombre tullido se casa con una muchacha de quince años. La pareja tiene una hija, su adorada Sunja.

Cuando Sunja se queda embarazada de un hombre casado, la familia se enfrenta a la ruina. Pero entonces Isak, un joven sacerdote cristiano, le ofrece una oportunidad de salvación: una nueva vida en Japón como su esposa.

Tras seguir a un hombre al que apenas conoce hasta un país hostil donde no tiene amigos ni hogar, la salvación de Sunja no será más que el principio de su historia.

A través de ocho décadas y cuatro generaciones, Pachinko es un relato épico de familia, identidad, amor, muerte y supervivencia.

Como cuenta la sinopsis, la novela comienza en una pequeña isla de Busan, donde conocemos a los padres de la protagonista, porque sí, a pesar de la miríada de personajes que la autora nos va a presentar, SUNJA ES EL EJE sobre el que gira toda la historia. Los primeros capítulos son, en mi opinión, los únicos en los que se transmite cierta felicidad. A pesar de las circunstancias, en la familia de Sunja hay dicha en las pequeñas cosas, en los lazos, en el amor con el que impregnan su mundo cotidiano. Me ha encantado Hoonie, ese hombre que fue un buen esposo y un gran padre y que al morir, deja a su esposa y a su niña con una hospedería con la que a base de trabajo pueden salir a flote.

Y aquí, con una Sunja adolescente, nos encontramos con el incidente detonador de todo, que no es otro que la aparición de HANSU.

¿Pero él quién es? Al principio no lo sabemos. La autora nos cuenta que siempre va vestido de lino blanco, que es elegante, rico y poderoso. No olvidemos que el contexto es que Corea está ocupada por Japón y que todos los coreanos viven bajo el yugo de los japoneses. Sin embargo, él parece saber moverse entre ambos mundos. (Me ha parecido uno de los personajes más oscuros y ambiguos de los que he leído en mucho tiempo).

—Allá donde vayas, la gente está podrida. No hay nadie bueno. ¿Quieres ver a un hombre muy malo? Haz que tenga más éxito del que nunca había imaginado. Verás lo bueno que es cuando descubra que puede hacer todo lo que quiera.

Pachinko

Después de salvar a Sunja de una ataque, comienzan a hablar. Él le cuenta cosas sobre Osaka, que es donde vive; ella sus quehaceres en la hospedería. Sunja se enamora de él, se deslumbra tanto que no se cuestiona nada. Cuando se queda embarazada, todo cambia. Descubre que él está casado. Sus sueños se hacen añicos rápidamente.

Sunja, corazón, la vida de una mujer es trabajar y sufrir. Es mejor que te pille prevenida, ¿sabes? Ya casi eres una mujer, así que alguien debería decirte esto: el hombre con el que te cases determinará tu calidad de vida. Un buen hombre te dará una vida decente, pero junto a un hombre malo vivirás un infierno… Sea como sea, espera siempre sufrir, y sigue trabajando duro. Nadie se preocupa de las pobres mujeres… solo nosotras mismas.

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En una sociedad como la coreana en esos años en los que la castidad de la mujer era tan importante, Sunja se enfrenta a la ruina. En ese momento, un pastor cristiano llamado Isak llega a la hospedería. Está enfermo y de no ser por la ayuda de Sunja y de su madre, habría muerto. Tras recuperarse y conocer el secreto de Sunja y lo que puede suponer, decide casarse con ella. Y ahí es donde empieza el viaje.

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ISAK también es un gran personaje. Un hombre leal, compasivo, honesto, decente. Probablemente el personaje más «blanco» y puro de toda la novela desde su primera aparición hasta la final.

Eres muy valiente, Noa. Mucho, mucho más valiente que yo. Vivir cada día con aquellos que se niegan a reconocer tu humanidad exige un gran valor.

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Cuando llegan a Osaka para quedarse con su hermano Yoseb y su esposa, los dos recién casados descubren cómo viven los coreanos en Japón.

La autora nos describe las condiciones terribles en las que viven en un gran trabajo de documentación. Hacinados en guetos y contratados como mano de obra para lo más desagradable, tienen que enfrentarse a todo tipo de situaciones de discriminación e intolerancia.

La historia es desgarradora, pero la autora no se ensaña. Incluso en las escenas duras podemos encontrar una especie de «fundido a negro» o un salto temporal de varios años o meses en los que los personajes han avanzado.

Incluso un tema tan terrible como el de las «mujeres de consuelo», que sucedía en esa época, aparece mencionado en una conversación entre Sunja y su madre, pero de una manera tan sutil que si no sabes de qué se trata, se te puede pasar por alto.

En mi opinión, esta especie de omisión es de agradecer, porque la historia ya es de por sí lo bastante dura como para añadir escenas explícitas.

Hay muertes, hay pérdidas, hay dolor, hay racismo, hay opresión. Y hay mujeres fuertes y estoicas que luchan por sobrevivir. SUNJA y su cuñada  Kyunghee forman un equipo lleno de valentía y de resiliencia. Son mujeres inteligentes y cuyo instinto de supervivencia las hace tomar decisiones que incluso estaban mal vistas en la época como, por ejemplo, la de trabajar aunque el dinero fuera necesario para comer y para mantener a sus hijos. Las protagonistas de de esta novela me han conquistado.

—Go-saeng —dijo Yangjin en voz alta—. El destino de una mujer es sufrir.

—Sí, go-saeng —asintió Kyunghee, repitiendo la palabra «sufrir». Sunja había oído aquella idea toda su vida, en boca de otras mujeres: que debían sufrir. Sufrir de niñas, sufrir como esposas, sufrir como madres… Morir sufriendo. Go-saeng: esa palabra la enfermaba. ¿Qué más había, además de aquello? Había sufrido para dar a Noa una vida mejor y, aun así, eso no había sido suficiente. ¿Debió enseñar a su hijo a aguantar las humillaciones que ella se había tragado como si fueran agua?

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Pero esta novela además de narrar las vicisitudes de mujeres fuertes, habla sobre todo de dos cosas: la familia y la identidad.

¿Qué significaba ser coreano en Japón en esos años? Hay personajes que luchan por su identidad, pero también hay quienes la ocultan porque les supone un lastre. Además entre toda la multitud de personajes que componen esta novela, la autora trata este tema de manera diferente: ¿qué es la identidad para la joven coreana recién llegada? ¿Qué es para Yoseb, que trabaja en una fábrica japonesa? ¿Qué es para Hansu, que se aprovecha de unos y otros? ¿Y qué es para Solomon, que ha crecido rodeado de japoneses y que sabe que algunos son y han sido buenos con ellos?

En la identidad no pesaba solo la sangre.

Pachinko

En definitiva, «Pachinko» es una novela imprescindible y no solo si te gusta Corea y quieres acercarte a este pasaje de su historia a menudo tan desconocido, ya que esta obra habla de cosas que no han pasado de moda (tristemente): los refugiados, la sensación de desarraigo, la supervivencia, el racismo hacia «el otro» pero sobre todo es un relato humano que trasciende fronteras.

Máquina de Pachinko